15 enero 2018

OTAIZA: DE JARDÍN A CALLEJÓN, Y HOY EN DÍA A CALLE

"Como es sabido por todos, los chinos acostumbran vivir en muy reducidos espacios y por consiguiente en las grandes casas o callejones la aglomeración es numerosa. En nuestro callejón hay, además, pequeños puestos vendimia de artículos esencialmente chinos y para el consumo exclusivo de ellos. El tráfico en este lugar, obedece, pues, al negocio de compra y venta y al consiguiente movimiento de un casa en donde hay muchos habitantes. Con el fin de evitar abusos y conservar el orden, tenemos un portero a nuestra costa, el cual prohíbe la entrada a toda persona que no sea de nuestra nacionalidad". Diario El Comercio, Lima: Callejón Otaiza (13-octubre-1888).


Mercado Central - Calle Capón (Siglo XIX)

En 1874 llegaba la última embarcación al Callao que transportaba en su interior aproximadamente 45000 a 50000 culíes (chinos), entre ellos se encontraba un hombre alto, de contextura delgada y con una edad aproximada de 30 años llamado Wu Chong un ciudadano chino proveniente de la provincia de Guangzhou, que huía de su país por los conflictos desatados en búsqueda de una nueva oportunidad en la vida, pero que finalmente con engaños llegó a Lima (es como en la actualidad buscar el sueño americano), donde firmó un contrato el cual indicaba que trabajaría durante ocho años en una hacienda del norte chico del Perú y que su única paga seria arroz.

Se comenzó a desembarcar y distribuir en grupos rápidamente a los nuevos culíes según la hacienda que lo contrato, cuando bajo y piso por primera vez tierra peruana, después de un largo viaje se quedó sorprendido como sus compatriotas estaban siendo tratados y como iban a ser transportados a sus nuevas casas. Él no entendía, que le decían, es entonces que comenzó a observar a sus compatriotas y a imitarlos, cuando escucho su nombre ¨Wu Chong¨ camino hacia una carretilla en la que estaban sus compañeros de trabajo, al terminar el reparto se inicio un nuevo viaje a la hacienda que se ubicaba en la provincia de Huaura unos 150 km, el recorrido duro casi medio día. Cuando llegaron observo que la hacienda era inmensa y al parecerse lo manejaba una familia adinerada, lo primero que se dispuso hacer fue a dejarlos en sus cuartos nada menos una pequeña cabaña que albergaría a los 25 culíes y sin descanso alguno se inicio las labores con la enseñanza de lo que debían cumplir durante sus 8 años de estadías indicados en el contrato para poder así darse la paga.


El trabajo de los Culies 

Wu acabado su contrato en la hacienda, la cual la era del norte, comenzó el camino de ir a la capital del Perú para conseguir una mejor vida y llegó a la Casa de Otaiza un inmueble que en 1876 en un principio fue alquilado por una compañía de comerciantes chinos y que tres años más tarde la terminarían adquiriendo, en su interior había un maravilloso jardín botánico y además del famoso teatro Odeón, pero que al final el sitio lo denominaron Callejón Otaiza ya que albergaba una superpoblación de esclavos chinos que buscaban mejorar sus calidades de vidas terminado sus trabajos en las haciendas, inaugurando negocios e instalando sus costumbres ante la sociedad. Él inicio con lo que le apasionaba que era la cocina, comenzando a preparar los platos más representativos de su cultura para sus compatriotas y obteniendo ganancias, que más adelante los utilizarías para implementar un pequeño restaurante en el callejón.


Los culies disfrutando su almuerzo en el Callejón Otaiza

Solo asistían a su local población de clase baja o media, es decir, de escasos recursos, las cuales quedaban sorprendidas por los sabores y texturas de los platos. Mientras a él le iba bien en el negocio, para el alcalde de Lima era un dolor de cabeza ese sitio, ya que se escuchaban muchos rumores de que había varias enfermedades y que los chinos eran un daño en la salud de la población, es por eso que pide a su supervisor de salubridad a inspeccionar el lugar y darle un informe para determinar el futura del callejón (anteriormente en 1892 el inspector de higiene Federico Galindo ordenó la  desinfección de la casa por las pésimas condiciones en la que se encontraba, una situación similar se repetiría en 1901). En el informe final se indicaba que no era adopto para la población ya que atentaba con su salud, tomando la decisión de destruir el lugar la cual se consiguió más adelante.

Después de 32 años (para ser más exacto en 1911) de la creación del Callejón Otaiza se inicio el derrumbe de este por medio de una orden de la Municipalidad de Lima por la Gerencia de salubridad, por suerte Wu pudo conseguir un nuevo hogar gracias a que el alcalde les dio varias opciones, que estaban casi cerca de su antiguo hogar, él eligió la calle Capón ya que se encontraba ahí todavía algunas tiendas de venta de artículos chinos. Terminado la demolición se le puso calle Billinghurst en horno del alcalde de Lima (Guillermo Billinghurst).



Mercado Central - Recién inaugurada Calle Billinghurst

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